6 de septiembre de 2009

Medias verdades

Hace más daño, una media verdad que una mentira despiadada. La primera tiene vida propia, pues alcanza más allá de la comprensión de su falsedad, ya que abriga una parte de verdad, que es la semilla de la confusión, la raíz de la tela de araña con que envuelve la mentira, con la finalidad de que no se pueda deshacer el hechizo nunca. La segunda tiene vida, mientras se mantiene oculta. Una vez encontrada, es posible combatirla y acabar con ella.


Uno de los males que nos impiden ver el camino, no pocas veces, es quedarnos con medias verdades, que pasamos por ciertas, absolutas y universales. Despejar el camino, entonces se convierte en una labor de desescombro, para poder volver a otorgar un nuevo significado a nuestra experiencia.

Culpar debilita

Culpar, es delegar la responsabilidad de mi libertad. Mientras culpo, no actúo, sólo demando y señalo cómo es mi mapa, pero no ejerzo mi poder, ni delimito lo que sí que puedo hacer y no hago.

Culpar es eludir qué parte pongo yo en que sea así la experiencia, es negar la totalidad y quedarme con la parte, es trocear la situación en fracciones que me justifican, sin darme cuenta de que en ello, alimento mi condena, pues me deja inocente (no sé, ni quiero saber, qué hago para que esto me pase).


Culpar nos desgasta, pues nos deja impotentes, alimenta la creencia de que no lo merecemos y coloca todo el poder en el otro. No resuelve, alimenta el conflicto y lo más triste, separa y nos deja solos.

El centro de gravedad



Es fácil colocar el centro de gravedad emocional fuera, quizá hasta sea necesario, como parte del camino, pero inevitablemente antes o después, uno debe soltarse y adueñarse de él. Crecer en este sentido, sería no salvar a nadie, no buscar atajos y no llenarse de movimiento sin sentido.
La carencia es lo previo, el vacío la consecuencia y la compensación el atajo.

3 de septiembre de 2009

Ver y afrontar









Creo que la madurez, no es más que la capacidad de ver y afrontar. Si falta la segunda, negaré haber visto. Son las dos caras de una misma moneda, solo puedo encarar lo que veo y viceversa. Así considero que no es lo mismo mirar, que ver. Hay cosas que se pueden mirar (observar, contemplar y dejar pasar), pero solo las vemos si las integramos y comprendemos. Hay es donde siento que solo podemos ver lo que podemos enfrentar.

1 de septiembre de 2009

Nutre lo diferente

Nutre lo diferente. Lo identico afianza, dando una falsa sensación de seguridad y pertenencia, pero no enriquece, no desvela nada nuevo. Se podría decir que para reconocerme, preciso de otro que me limite, me devuelva, me transforme, me muestre la diferencia. Sin este otro no puedo descubrirme. Del mismo fondo, no puede salir figura nueva alguna.

Sino materializo nada con el otro, nada construyo. Y lo realmente importante para mi de esta idea, es que sino me encuentro con el otro, es decir sino permito que me transforme y me cambie, no existirá vinculo (la capacidad de construir algo con alguien) o este será muy débil. Si todo lo que hago es proteger mis fronteras al encuentro y niego la intimidad, entonces, lo que se da, sería parecido a lo que se daría en soledad. Es entonces cuando, ante lo poco asimilado de la novedad, todo pasa por conocido y nos deja un rastro de vacío. Es el vacío de no saber llenarse de experiencia y que en una de sus caras puede leerse el aislamiento.

Cuanto más nos nutre, nos transforma, nos enriquece, nos perturba una relación, más puedo construirme gracias a la otra parte y por tanto, más agradezco su presencia, pues en el fondo es con quien me puedo reconocer.