11 de noviembre de 2013

Tierra de Lobos

Precisamos del otro para construir nuestra imagen, pero mucho más allá para reconocernos.

En ocasiones el otro nos muestra aspectos, que no dejan de ser circunstanciales de nosotros mismos. Es decir, nos definen y nos sentimos creados por el otro, al sentir que eso que llega tiene entidad, realidad, ... al fin y al cabo, si le llega eso, debe ser que soy así. Son reflejos temporales, que ayudan a construirnos una imagen de nosotros.

Si la observación de lo señalado está dentro de lo que nos gusta, nos halaga, sino nos ofende. Resulta curioso, lo dependientes que somos de estas apreciaciaciones tan temporales, como poco fiables, tan limitadas a las circunstancias e intereses del momento y que no responden ni de lejos a lo que somos.

Sin embargo, de cuando en cuando, el otro, nos devuelve algo que pertenece a la esencia, no al yo circunstancial. Es ese reflejo que nos muestra lo que somos, que hace que confundamos con frecuencia el camino. Los aspectos, con la esencia. 

Pocas veces he sentido esto último, pero haberlo vivido, me ha permitido, abstraerme de las partes, para ver el reflejo, como un lobo, que se asoma al río y de pronto comprende que es un lobo, más allá de sus cualidades, el es un lobo, se siente lobo y busca lobos. 

El otro que hace de río, muestra esa esencia de manera incuestionable. No hay circunstancias, no hay cualidades, no hay elogio, ni condena, solo reflejo, solo reconocimiento, solo la imagen de lo que late debajo de lo que se ve.

Valencia, 10 de noviembre 2.013

10 de noviembre de 2013

... atados a lo mismo ...

Al medir el progreso, evaluamos donde estamos. Aparentemente, mientras los hechos no cambian, se mantiene la situación de "sin salida" y de vueltas en círculo.

Es la sensación de seguir "atado" a lo mismo, la que genera impotencia y falta de sentido, cuando la realidad es que la vida es el permanente proceso de desenmascarar lo que suponemos es, a través de la experiencia, para abandonar las ideas de lo que son las cosas y quedarnos con lo que realmente son.


Valencia, 10 de febrero de 2.012 (1)

7 de noviembre de 2013

... considerar alternativas no es elegir ...

Considerar alternativas, arrastra la sensación de poder elegir. Pensar que elegimos, sugiere que lo hacemos, pues justo este pensamiento generador de opciones, no puede consentir la ausencia de elegir, cuando le están apareciendo justo delante una opción detrás de otra. 

Valorar las alternativas, es decir enjuiciarlas, ponderarlas, le aumenta el valor de lo considerado, elevándolo a la categoría de elección. Si pondero esto en lugar de aquello, es que yo decido esto y no aquello, después de considerar las ventajas y los inconvenientes.

Considerar, hace que compremos la idea de que elegimos.

¿Y si realmente los hechos suceden y el pensamiento de elegir, es solo un suceso más sin conexión directa con la acción? ¿Y si elegimos antes de pensar, y solo después justificamos lo que haremos? ¿Cómo podemos saber si elegimos, y si elegimos antes o después de explicarnos como lo hacemos?

Hasta la fecha, solo he podido encontrar, los que creen una cosa o la contraria. O lo que es lo mismo, creemos esto o aquello, porque nos parece más posible, pero no porque lo sepamos.


Valencia 19 de enero 2.012