28 de octubre de 2015

Hombres Estrella, Hombres Planeta

La inmensa mayoría de los hombres, nos hemos acostumbrado a reconocer nuestra luz, a través de la luz que emiten los demás en nuestra tierra. Más aún, en el pálido reflejo que las mujeres nos devuelven.  Como si las mujeres pudieran, girando en nuestra órbita, darnos contenido, estatura, fuerza. Así buscamos al otro, pensando que ese reflejo, es nuestra luz, confundiendo el primero, con la segunda. Tejemos nuestra órbita de relaciones en torno a nosotros y le pedimos a esa galaxia de satélites y estrellas, que por favor nos dejen ver algún destello de lo que somos. Y así convivimos unos en las órbitas de los otros, para creernos todos con algo de luz.

Así es, hasta que de pronto, un hombre se levanta y se expone, se muestra, pide, da la cara, deja de ocultarse en las sombras ajenas y sin más empieza a caminar de otra manera, simplemente ... Se empieza a levantar, despacio, sin prisa, sin alardes, sin pretender ser lo que no es, solo mostrando lo poco que se sabe, en lugar de pedir ... ofrece; en lugar de buscar, ... encuentra; en lugar de planificar, ... explora sus rincones a través del otro; no exige que le devuelvan su imagen, no le vale, ya no se la cree, ... porque sabe que eso es un reflejo.

La paradoja, es que cuando dejo de esconderme, como la luna, cuando me muestro, el reflejo que obtengo, es el eco de lo que genero, no de lo que espero. Cuando dejo de preservar y arriesgo el tipo, en la crítica, el rechazo, lo auténtico aflora con tanta fuerza que deja de ser relevante si vienen o si se van. Por afinidad viene lo que tiene que venir y parte lo que así corresponde.

Cuanto más me muestro, el destello interno que genero, es mi luz en los demás y viceversa. Pasa de ser un reflejo, para ser un destello interno. No importa lo que vuelve, importa lo que es auténtico que parte de mi. Y así me veo mejor, o mejor dicho, me empiezo a ver, porque ilumino más espacio interior.

Todos somos planetas, todos somos estrellas, lo que me fascina, es poder comprobar que este planeta está dejando de serlo y empieza a ser estrella, que genera su propia luz.

Y porque digo que siento mi propia luz hoy ?

Porque el resultado esta dejando de ser la prioridad, porque me siento fundido en un enjambre de relaciones, porque me vienen respuestas de personas que reaccionan a mi luz, porque se me acerca nueva luz, porque acepto bien la pérdida, porque siento que el paso del tiempo no me paraliza y me exige abrirme, y en esa apertura me muestro y me veo, porque resuena algo esencial dentro de mi, que me dice por ahí, por ahí esta el siguiente paso, ya has aceptado que las cosas no son como tu quieres y te has levantado, muéstrate al resto y que venga lo que sea.

Pero sobre todo es porque cuando me expongo, estoy lidiando con mis miedos y estos son lo mas esencial que me pertenece, la puerta que al atravesarla encuentra mi luz.



Dedicado a aquella mujer que un día me privo de su luz, para que encontrara la mía.



Valencia, 11 de septiembre de 2.015

5 de octubre de 2015

Una partida de ajedrez

     A menudo, intento ordenar las piezas en el tablero de la vida, para que cada aspecto de la vida, tenga su casilla y de esta manera pueda saber que puedo esperar y que pueden esperar de mi. Esa compulsión a ordenar, que venía disfrazada de cuidado al otro, se me ha mostrado sencillamente como miedo a vivir.

     ¿Qué pasaría si no coloco las piezas antes de empezar la partida?, ... ¿que ocurriría si tomo un alfil en la mano y dejo que se pose donde yo sienta, no donde está más seguro? ... ¿ que sucedería si la torre en lugar de buscar la protección de las esquinas, se arriesga a salir al medio y estar en el centro de todas las miradas, sin las espaldas cubiertas?

      Y de pronto, .... Empece a jugar sin adelantar la jugada siguiente, ni la jerarquía del movimiento, ni la protección de las piezas, y empezó una secuencia de figuras que se suceden sin fin, dando lugar unas a otras de manera inexplicable. Una vez que abandoné el fijar la posición, el movimiento se despliega sin remedio.

      En un momento la prioridad puede parecer esta, la atiendo y tal como viene se desploma y da lugar a otro movimiento de fondo, que se abre paso, para relegar otros movimientos que estaban danzando alrededor al olvido y liberar espacio; y aparece de nuevo otra figura, que se solapa a las anteriores y sobre las que se apoya para continuar ... Y de pronto comprendo lo absurdo que ha sido jugar a ordenar las piezas, frente a dejarlas que se coloquen, como si fueran hojas que caen de un árbol en otoño. Ellas solas se van colocando sino intento ordenarlas antes de tener que posarse. 

     Dedicado especialmente a Olivier y al Café Lisboa, por todo lo que vino después.


Valencia, 28 de septiembre de 2015

26 de septiembre de 2015

Invito o elijo ...

     Abandonar la idea de creer saber quien soy porque tengo memoria de mi historia y puedo saber que hice aquí o allí, me permite, experimentar algo desconocido para el ego, la pertenencia más allá de las relaciones. Aunque sea fugazmente, experimentar que me fundo, en algo más grande. Y a menudo me pregunto ¿cómo puedo sentir la pertenencia de esta manera ? ¿Cómo puedo estar tan conectado a la vida unas veces y cómo se me apagan tantas otras las luces ?

     Y siempre llego al mismo punto, cuando creo saber quien soy, de forma simultánea, edifico la fortaleza que me aisla. Y una vez aislado, me pienso y creo genero opciones, que igualo a libertad. Concluyo entonces, si algo sucede, yo soy en último término el responsable de lo que me pasa. Yo y la vida estamos separados. Yo intervengo, para que me de esto a aquello. Casi como si fuera al mercado y dijera, yo pongo esto, y tú, Vida, dame aquello, que es lo justo.

     Cuando esta creencia me abandona, no porque la deje en la orilla para probar otra cosa, sino porque no me la creo, siento que yo no elijo lo que sucede. Y a un nivel más profundo, puedo sentir que mi consciencia, invita en función de mi nivel evolutivo lo que me conviene. De mi depende asumir el reto de adentrarme en el misterio o agarrarme a la posición anterior de pensar que soy capaz de saber hacia donde voy y como conseguirlo o evitarlo.

     En ese sentido se puede parecer invito con elijo, pero no son lo mismo. Invito es me dejo llevar por lo que viene y aprendo de ello, aceptó el reto, aunque no me guste, me adentro en lo desconocido de qué me traerá, no lo interpreto, lo vivo y lo experimento. Cuando me gusta, siento alegría, me siento bendecido, siento gratitud. Cuando no me gusta, no trato de cambiarlo, sencillamente siento humildad, quien soy yo para pretender que soy más digno de otra cosa.

     En sentido contrario, cuando creo que elijo, ... busco, provoco, fuerzo que suceda esto y no aquello, me rebelo cuando no me gusta y trato de cambiarlo. Si sucede lo que quiero, me creo más grande. Sino alcanzo lo deseado, conectó con impotencia y desolación, me hago pequeño. 

     Y al final parece cuando elijo, que se trata de una cuestión de tamaño, mientras que cuando invito, todo es una oportunidad de experimentar mi profundidad en conexión con la vida. No soy ni más grande, ni más pequeño, no hay mérito, ni demérito, como mucho consciencia y evolución, porque ya me siento parte de la vida y no somos rivales.

     Al final se trata no tanto de elegir, sino de expresarme a través de lo que venga, de permitir, más que de dirigir, de abrir las manos y estar abierto, más de preservar o luchar. Porque en el fondo el debate de si puedo o no elegir, es el debate del ego que se siente amenazado, ante la idea de fundirse en la vida. Y eso que tanto teme, es lo que más anhela. 

     El ego busca la pertenencia en la conquista, y la vida no entiende de propiedades, entiende de conexiones, fusiones, entregas, lo demás nos guste o no, nos deja fuera, en mayor o menor medida. Yo elijo, es lo mismo que decir, yo puedo construir las fronteras de mi mismo, al margen de la vida, en lugar de experimentarme a través de la vida. Y ese para mi, es el gran pecado del ego, que se aísla, pretendiendo fundirse con una identidad propia. Y al final, la caida de las fronteras, frente a la realidad que se impone, es innegociable, ... podremos aplazar, podremos recular lentamente, podremos solo llegar a sentir que se requebraja esa frontera ... pero al final, en el fondo, todos sabemos que solo la podemos sostener como una idea, que no tiene entidad real.

     Cuando experimento esta sensación de caida de fronteras, más allá de todo, soy capaz de acoger lo imposible, sin proponerme cambiar nada, todo cambia, todo es posible, todo es misterio. Al no planificar, las olas de la vida me van llevando y solo sufro cuando pongo mi plantilla de lo que deberia ser y no es, ... hasta que vuelvo a recordar que eso mismo es una idea, sin realidad, que solo existe lo que es, no lo que pienso que soy. Y paradojicamente ahí me encuentro con mi inmensidad, mi misterio, mi luz y mi oscuridad y como hombre asisto fascinado a ese despliegue de vida.


Dedicado especialmente a Gemma y Ana, por una tarde tan divertida y llena de aprendizajes.

Valencia, 26 de septiembre de 2.015

17 de septiembre de 2015

La expansión nace del vacio

Resulta curioso y hasta paradójico, que la expansión, se alimente del silencio, de un cierto vacío. Casi como si para que se diera la expansión, uno tuviera que saber estar en el silencio, al acecho del movimiento, sin buscarlo, sin provocarlo. Sencillamente, es un silencio, que no busca, esa ausencia de ruido, que da el no esperar nada concreto, me permite expandirme.

Al contrario cuando pretendo que las cosas sucedan y algo se expanda por dentro, consigo el efecto contrario, es como si en la misma espera y en la misma búsqueda de que ocurra un movimiento, yo me impido, la apertura. 

Valencia, 12 de septiembre de 2.015

15 de septiembre de 2015

Anticipar, divide

Cuando anticipo las consecuencias, me divido, entre lo que quiero y lo que debo hacer para no sufrir aquellas. En cambio cuando me siento y actuo desde mi centro, asumiendo que las consecuencias son desconocidas e innegociables, puedo avanzar y enfrentar.

El miedo a las consecuencia, nos hace caer en concesiones y arreglos, que nos debilitan. Confundimos el no querer perder, con querer salvar el todo. No podemos trocear la situación, ni a la persona, ni nada de nada, viene como viene en bloque. Si no nos conviene, debemos ser consecuentes y afrontarlo; si nos conviene, aceptar la totalidad, pero dejar de pelearnos con nosotros mismos, entre lo que debería hacer y lo que realmente hago. 

La única manera que alcanzó de resolver este crucigrama, es ponerme en lo que siento y asumir. Cuando pienso en las consecuencias, es el inicio de mi división.

Válencia, 13 de septiembre de 2.015

13 de septiembre de 2015

Lo efímero

Valencia, 13 de septiembre de 2.015

Hay una toma de conciencia, que sucede de pronto, como un encuentro fortuito al doblar una esquina, con lo efímero. De repente y sin previo aviso, sabes profundamente, de manera incuestionable, que nada, absolutamente nada, viene para quedarse. Es un instante abrumador, porque de pronto la vida te arroja sin piedad, a que nada, absolutamente nada, permanece. Y esa comprensión, aunque sea fugaz, te deja huérfano de las seguridades donde habías cimentado el futuro. 

Esto, que no es nuevo, no creo que sea fácil de alcanzar. Y digo esto, porque a menudo, tomamos conciencia de que todo pasa, cuando miramos hacia atrás y vemos lo que partió. Esa mirada, no es la que señaló aquí. La mirada que se sobrecoge, no es por lo que partió, sino por el instante que se esta yendo, este presente que no se repetira jamás. Poder estar viendo a alguien y sentir profundamente que esta de paso, es sobrecogedor. Me quedo sin nada donde apoyar mi futuro, que no sea instalarme en exprimir el instante, con la mayor consciencia posible de todos los matices que pueda. Y no para recordar, cuando parta, sino para que su paso en mi haya dejado su huella, con la que me voy construyendo.

La conciencia de lo efímero, puede derivar en amargura, si me quedo con que nada se queda, si preciso la seguridad, que la vida no me puede dar, o por contra me puede llevar a la apertura, donde todo es posible y la confianza. De momento no conozco mayor apertura, ni rasgo de confianza.

10 de septiembre de 2015

Las almas libres

A menudo identificamos a un alma libre, con la libertad. Yo hoy siento que un alma libre no esta libre de condicionantes, ni es plenamente libre de hacer sin mirar aquello que desea.

Creo que la diferencia entre un alma libre y otra que no lo es, esta en que la primera arriesga permanentemente la frontera del yo, que conserva pero no es su prioridad. Viven permanentemente como nómadas del yo, buscando su esencia y su verdad.

Hacen de su búsqueda, su camino y a pesar de que siempre esta incompleto, pues no son la libertad, siempre van hacia ella. Frente a los que su manera de caminar es el asentamiento emocional y la estabilidad de lo que les rodea. Mientras unos se buscan y se desvelan, otros sienten haberse encontrado y se establecen en una parcela que denominan yo.

Al final se trata más de una inercia, que de un logro, de una manera de mirarse hacia dentro, que de una tierra concreta. Mas una tierra por descubrir, que se va mostrando al andar que de llegar a ningún lado. En ese sentido siempre están de paso, porque ningún lugar es lo suficientemente grande como para abrigar a un alma libre. Podrá estar un tiempo, casi hasta una vida, pero hay un movimiento interno que hará que antes o después parta, como las aves migratorias hacia su destino, siempre un poco mas allá. Y esto que no parece gran cosa, es lo que hace que sintamos que hay personas que no podemos atraparlas, porque en esencia, son buscadores de espacios, de lugares para poderse reconocer. No es que se cansen pronto, es que agotan el espacio y se tropiezan con las fronteras de su identidad y precisan no de novedad, sino de espacio para reconocer su inmensidad, esta que nunca pueden encontrar en los confines de lo conocido.

Podrá ser un hombre rutinario, pero en su mirada, mirara hacia allá y sabremos ver que aquí esta de paso.

Valencia, 10 de septiembre de 2.015

9 de septiembre de 2015

El miedo no vivido

La impotencia es un miedo interpretado y no vivido. Al dejar que la mente le de forma, perdemos la proporción y la esencia del mismo, en estériles y vacías ideas sobre su tamaño, forma, cualidad. El miedo, que es una fantasía de lo que vendrá, adquiere la proporción del desastre que alcanzamos a imaginar. Y aquí no tenemos fin. 

No nos damos cuenta de que el miedo no tiene entidad, más allá del pensamiento, porque si lo tuviera, se llamaría peligro y estaríamos en movimiento tratando de evitar esa situación de peligro real, no imaginado. Estaríamos en la acción. No pensaríamos me da miedo esto o aquello. 

El miedo interpretado, nos permite creer que avanzamos, pues damos vueltas en la cabeza, ¿será esto?, ¿será aquello? y a menudo esta especulación, este análisis de factores, lo damos por bueno para pensar que así avanzaremos con el tiempo sin mas que pensarlo. Creemos que así se resolverá y tal vez algún día por el mero paso del tiempo, se esfume. 

Pero no es así, el miedo tiene dos extrañas cualidades, es incansable e implacable. No nos abandona, salvo que le dejemos de interpretar y le permitamos que se exprese en su esencia. ¿Y eso como se hace?

Sencillo, una vez más, de simple que es, asusta. Si algo te da miedo, hazlo. Entonces te hablará pues le has permitido que cobre vida y desde ahí y solo desde ahí puede hablar. Todo lo demás es un monólogo con uno mismo, que no interactúa con el miedo e impide que lo trascendamos.

Lo cierto es que una vez atravesado, una parte se desvanece sin mas y otra nos habla del valor de lo que nos protegía y debíamos aprender a reconocer. 

Quien se detiene en el miedo, establece una frontera entre la vida y el, establece un reducto de falsa seguridad, que aisla, más que protege, pues el miedo arrecia en sus costas sin remedio. Quien detiene su paso ahí, sin remedio, conecta con el famoso... NO PUEDO !!

En sentido contrario, el atrevimiento de salir de la mente y arriesgar en lo incierto de la experiencia, siempre y aunque pueda doler deja el poso de ... ME DOLIÓ ... PERO YO PUEDO !! ...Y MI MUNDO ES UN POCO MAS ANCHO !!

Al final no se trata de resolver, ni de alcanzar la solución, sino de enfrentar.

Valencia, 9 de septiembre de 2.015

8 de septiembre de 2015

Incoherencias

A menudo tenemos conciencia de un vacío, que se estructura en torno a la falta de sentido de lo que hacemos. Es un vacío que arrecia en las orillas de la incoherencia, que viene disfrazado de cordero. ¿Por qué si me da esto, debo renunciar a todo ? ¿ Porque no adaptárme a lo que hay y no convertir un problema en una oportunidad de crecer en lo que no es perfecto ?

La cuestión una vez más, esta mal formulada. El peso de lo que no existe en esa relación, esa ausencia de lo que sea, es lo que le da dimensión, consistencia, entidad para que pese. Es la ausencia y no lo que hay. Poner el foco solo, en lo que hay es condenarnos a la incoherencia. 

Por ejemplo, nos puede dar compañía, pero no confianza. Entonces no me puedo abandonar en la relación y por tanto no puedo ser yo mismo hasta donde alcancara si hubiera confianza. Al contenerme, me quedo con partes, y esas partes se revelan contra mi en forma de vacío. Si hubiera confianza, nada me asegura que pueda ser perfecta, no lo será, pero no faltara nada, se dará sin mas, hasta donde lleguemos. 

Más en esa falta, no falla del otro, sino falta de la relación, es donde debemos detener nuestro paso. Pues es ahí donde debemos debatir el cómo queremos de la relación, para no incurrir en la incoherencia, que es la que nos arrastra al vacío.

Valencia, 7 de septiembre de 2.015

6 de septiembre de 2015

El desapego

Hacemos a menudo una identidad entre desapego y falta de interés por el otro. Como si el desapego irremediablemente nos condenara al abandono de las relaciones y a la dejadez, y ambas a la soledad y el aislamiento.

Yo creo que no me puedo reconocer, sino se da un espacio donde me encuentre con el otro, en un nosotros. Cada día me resulta más complejo separar qué es tu y qué es yo, y más sencillo observar el devenir del nosotros en constante movimiento. Con sus idas y venidas, con sus mareas, sus ciclos. 

Dicho esto, es decir que preciso del otro para reconocerme y del vínculo para pertenecer, ¿ donde ubico el desapego entonces, para que no me condene a la soledad ?

Sencillo, tanto que me fascina por su simpleza. El apego empieza en donde yo me invento lo que no existe y lo colocó en la relación. Es justo ahí donde me engancho a una fantasía y me quedo colgado de poder completarla, si en mi molde no encaja. Es justo en la torpeza de querer que sea lo que no es, donde empieza el apego, porque este nace de la insuficiencia en mi, que busca completarse en una idea y quiero algo que no existe, por eso me vuelvo carente, dependiente, apegado.

Si en lugar de inventarme lo que hay, lo disfruto y lo experimento, sin más, no me apego, siempre es lo que se da y nunca hay juicio de bueno, ni malo, se da y en este sentido es perfecto, completo y lo más grande, yo soy libre y no preciso apegarme a ninguna fantasía.

Esto no evita el dolor, pero duele la vida real y conlleve la tristeza que nos devuelve a la vida y no nos deja a la deriva de la melancolía, esta que se recrea en lo que pudo haber sido y no fue.

Valencia, 6 de septiembre de 2.015

3 de septiembre de 2015

Un poco más libre

Allá donde ponemos nuestro intento, por el simple hecho de ir hacia ello, nos va dando la forma que buscamos. Así si un hombre anhela la libertad y cada día, al reconocer su permanente falta de libertad, trata de ir más allá de sus límites y condicionantes, sentirá que al expandir su consciencia en pequeños espacios nuevos, al atreverse cada día un poco más allá de sus prejuicios y limitaciones, esos espacios que aún no son la Libertad con mayúsculas, son la antesala de la sensación de la libertad.

No son la Libertad, nunca lo serán, esto son palabras mayores, pero la sensación de ir hacia una mayor libertad es impagable. 

Y cuando digo ser más libre ... ¿Qué estoy diciendo en realidad? porque hay tantas ideas como personas sobre la libertad.

Para mi no es más  libre quien más se mueve, sino quien más enfrenta sus miedos, sus creencias que le limitan con medias verdades; quien más contrasta su discurso con la realidad; quien más se atreve a exponerse a no saber ni por donde seguir, cuando algo le seduce por allí; quien más muestra su vulnerabilidad, no tanto su músculo (aquello donde sabemos somos buenos y nos defendemos bien ); es más libre, quien sufre por que apuesta a riesgo de amar sin ser correspondido, es más libre quien no se conforma con los sucedáneos, quien mira de frente y es capaz de decir su verdad, aunque no guste y nos rechacen; quien sabe escucharse más allá de lo aparente y seguir a su corazón sin demora; quien busca ser más verdad; quien no atiende a lo convencional, porque es mas cómodo; quien cuida y al mismo tiempo se cuida; quien llega a sus conclusiones porque las ha experimentado, no porque se las contaron; quien sabe retirarse, cuando no tiene sentido perseverar, si ya nada cambia; quien no acepta relaciones de dependencia; quien apoya la libertad aún cuando no nos eligen; quien sabe callar lo que sobra y no aporta nada constructivo y enfrenta lo que si aclara; quien no se detiene en lo cómodo; quien está abierto a que el otro le transforme y no se empeña en defender ese pequeño reducto que llamamos yo.

Quien sabe tal vez algún día no solo sea un intento y me pueda reconocer plenamente aquí.





Valencia, 29 de agosto de 2.015

29 de agosto de 2015

Tres formas de pensar

Hay quien no piensa porque no quiere saber, hay quien si porque se enreda y hay quien lo hace porque busca la verdad. Son tres formas de pensar y de estar en el mundo.

Los primeros simplifican hasta límites inimaginables la realidad, con la primera idea que puede tener cierta veracidad. Piensan, concluyen, congelan la realidad en paquetes estrechos y se hacen una idea bastante plana y predecible de la vida. No suelen ser personas de cambios, son de preservar lo establecido, el orden de lo que hay, no se cuestionan la parte de realidad de lo que sostienen y mucho menos la parte que falta.

Los segundos, se enredan en análisis inútiles, especulaciones intelectuales, sin llegar a ningún lugar, abren puertas e ideas, las consideran, las escuchan, las contemplan, pero no las contrastan con la experiencia. Divagan, y crean un mundo paralelo a la realidad que no sostiene los envites de la vida. Piensan y mucho, pero es mucho inútil. Se inventan premisas y elaboran a partir de ahí, dando validez a esto, pues desciende de una premisa sugerente. No se dan cuenta de la premisa es un invento frente a la realidad. Es un condicional, no una entidad real, no atiende mas que a un supuesto. Todo lo que desciende de ahí, no hace sino ahondar el espacio que existe entre la realidad y el supuesto. Es un pensamiento muy activo, pero poco práctico y poco real. Entretiene, pero no sana.

Y por ultimo, hay quien piensa buscando traducir su experiencia en palabras, así da forma a lo concreto, lo contrasta, lo elabora con el discurso, con la finalidad de ir siempre hacia una verdad más amplia, más extensa, más ancha. No especulan, barajan las explicaciones y las someten al contraste de la vida y lo bajan a tierra, para que adquiera peso,consistencia, fuerza ... Y sobre todo para que cada día puedan sentir que su mundo realmente es mas ancho, su mundo vital, no el pensado, cada resuelven mas cosas y se atreven a mas cosas, enriquecen su discurso de su experiencia.

Todos piensan, unos sobre las creencias, otros sobre las premisas y otros sobre la vida ... No todos pensamos igual, ni construimos igual.


Valencia, 29 de agosto de 2.015

27 de julio de 2015

El hombre coherente, resuelve

        Cuando sentimos que algo debe ser resuelto, de forma tan clara que nos persigue, que no hay dudas, es momento de enfrentar o resolver. Sino encaramos el reto, este empezara a perseguirnos sin descanso, asolando nuestro ánimo, debilitando nuestra fortaleza y resistencia. Prolongar las dudas, es agonizar. En realidad ya no hay dudas, solo falta de coraje,

       En tal caso, la cuestión de fondo ya esta madura y demorarlo es arriesgarnos a que empiece a pudrirse, talando nuestra autoestima lentamente. Esa falta de coraje, dinamita internamente nuestro auto apoyo y consistencia.

        Empezamos a perdernos, cuando no somos capaces de tomar decisiones. Estas decisiones que ya han agotado las dudas y los debates. No importa tanto que sean acertadas. Si son llamadas internas, solo podemos atenderlas, para recuperar la autoestima, la alegría, la confianza en uno mismo y en la vida. Confianza que perdemos sin remedio, si flaqueamos, como si la vida supiera que al arrugarnos, no confiamos.

         Cuando somos coherentes por dentro y resolvemos en lo que nos toca, sin mirar los resultados, preservamos algo interno que nos devuelve fortaleza y consistencia, a pesar de lo que se pueda perder y confianza en la vida.

        
        Valencia , 27 de Julio de 2.015



26 de julio de 2015

El movimiento del cambio

Todo cambio, si es profundo, nos arrastra hacia el caos. Ese espacio intermedio, donde que lo era, ya no es, y donde lo nuevo aun no se ha instalado. Vemos con terror como lo anterior se va desplomando lentamente y otra realidad se va imponiendo en su lugar. Realidad que no tiene una forma concreta, ni predecible.

Entonces nos urge resolver esa inquietud, esa falta de claridad, la confusión que nos deja a la intemperie, desnudos ante nuestros pequeños temores que parecen tener altavoces. Estar en ese lugar de confusión, no es sencillo, uno parece estar en unas arenas movedizas, sin saber ni donde podrá posarse, para avanzar. Todo bajo los pies se mueve, es escurridizo, inestable. Si uno atiende la urgencia, inmediatamente siente que huye; si uno se queda sin hacer nada, siente que nada cambiara y de ahí no saldrá en la vida, conecta con la víctima y se acaba sintiendo abrumado en su impotencia.

Y de pronto uno se da cuenta, de que no hay nada que resolver, nada que hacer, que la cuestión que ocasiona el problema es no respetar el ritmo del cambio. Ante la inquietud, parece que uno debe responder como salir de ahí y lo que no vemos, es que precisamente en esa idea de salir antes de tiempo, es donde me creo el problema, porque el cambio se va dando, pero no al ritmo, ni en la dirección que mi mente puede anticipar. Se da sin mas, se despliega, sino lo interrumpo, sino lo presiono, sino le pongo metas, ni siquiera objetivos.

La cuestión no es hacer o dejar de hacer, sino más bien, no buscar la respuesta, sino permitir que aparezca, observar la respuesta en el propio discurrir del proceso. La clave no es hacerme preguntas para enfocar mi energía, sino abandonar las preguntas y escuchar en silencio lo que viene. No se trata de salvarse del naufragio, sino contemplar como nos lleva la vida a otra orilla, a pesar de la idea de que en medio somos unos perdedores.

La inquietud de no saber hacia donde vamos, puebla nuestra mente de fantasmas, dudas y temores, que son únicamente el reflejo de un no saber, cuando como reflejo, no tienen entidad. Son ilusiones de la mente que rellena el espacio desconocido con lo primero que tiene a mano. 

A menudo permitir el silencio, hace que este se exprese y descubro el movimiento del cambio frente a la sensación de naufragio.

6 de junio de 2015

¿ Madurez o adaptación ?

A menudo pensamos que es más maduro quien esta mejor  adaptado. Afirmamos con contundencia, que hay que tener los pies en el suelo, saber lo que hacemos y hacia donde van nuestros pasos, qué queremos en la vida y hasta como lograrlo. Lo pensamos tanto, que sacrificamos todo por volvernos, predecibles, lógicos, unidireccionales.

A veces escucho sobre esa madurez y me pregunto ... ¿ dónde queda el latido del hombre que se busca ?, ... ¿ dónde el deseo de libertad, esa que cuando la ejerzo, me permite  reconocerme profundamente ?, ... ¿dónde la expansión de la alegría por dentro, sin más motivo que ese pequeño intento de crecer y atender al miedo de hoy, con mi pequeña consciencia y coherencia, por atreverme en esta tierra desconocida, por no saber hacia donde voy, ni que será de mí ? 

Yo creo que saberse adaptar a las cicunstancias es la base de la madurez, pero es sólo eso, un principio, nada más un comienzo de un largo camino, hacia uno mismo. Quién se detenga ahí, basara todo en el logro y la permanencia de aquello que alcanza. A la larga vivirá de los laureles del pasado y no de una presencia fuerte e incontestable en el aquí. Siento que por ahí el hombre que alcanza esa cima y no continúa,  se desgasta en pretender que eso es una cima, en lugar de un tránsito.

Las luces de la adaptación, esa enorme conquista que supone saber y conocer de las reglas sociales y de como se puede sobrevivir en esta o aquella sociedad, se empiezan a apagar en cuanto uno pretende prolongarlas durante más tiempo del que le toca. Alguien que contemple la vida hasta ahí, sus días se sucederán en un continuo de más de lo mismo, hasta que de dar vueltas alrededor de lo mismo,se pregunte con tristeza ...

¿ Y esto es todo lo que es vivir ? ...

Valencia, 6 de Junio de 2.015