7 de noviembre de 2013

... considerar alternativas no es elegir ...

Considerar alternativas, arrastra la sensación de poder elegir. Pensar que elegimos, sugiere que lo hacemos, pues justo este pensamiento generador de opciones, no puede consentir la ausencia de elegir, cuando le están apareciendo justo delante una opción detrás de otra. 

Valorar las alternativas, es decir enjuiciarlas, ponderarlas, le aumenta el valor de lo considerado, elevándolo a la categoría de elección. Si pondero esto en lugar de aquello, es que yo decido esto y no aquello, después de considerar las ventajas y los inconvenientes.

Considerar, hace que compremos la idea de que elegimos.

¿Y si realmente los hechos suceden y el pensamiento de elegir, es solo un suceso más sin conexión directa con la acción? ¿Y si elegimos antes de pensar, y solo después justificamos lo que haremos? ¿Cómo podemos saber si elegimos, y si elegimos antes o después de explicarnos como lo hacemos?

Hasta la fecha, solo he podido encontrar, los que creen una cosa o la contraria. O lo que es lo mismo, creemos esto o aquello, porque nos parece más posible, pero no porque lo sepamos.


Valencia 19 de enero 2.012




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