16 de noviembre de 2008

El vacio

Me aterra el vacío, porque no sé bien diferenciar, entre el vacío lleno de posibilidades y el vacío de la nada. Siento que el primero es la antesala de la plenitud y el segundo de la amargura. Creo que el primero es receptivo y el segundo castrador. Desde el primero uno se puede reinventar una y otra vez, mientras que en el segundo uno ya se inventó y no puede encontrar nada nuevo.

Requiere de un cierto valor y confianza en que más allá de lo que suelto existirá algo.

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