Entre las palabras se filtran los silencios. Estos que no hacen apenas ruido, le dan o le quitan la consistencia a las palabras que envuelven. En lo no dicho, se completa lo que se menciona y no por callar, deja de estar presente. Su presencia puede ser demoledora, dejando un rastro de vergüenza, mentira, hipocresía; en otros de lealtad, honestidad o coherencia. Pero nunca deja lo dicho en el mismo lugar.
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