26 de diciembre de 2010

El drama del hombre

Muchos hombres no se conocen y por tanto no se pueden amar. Para sentir que existen, optan por caminos que confluyen en uno, el vacío vital.

Por un lado, algunos se creen antes lo aparente que lo real (les deslumbran otros, sin atender al cómo llegaron, ni dónde están), ponen sus referencias fuera y así se van perdiendo a cada paso que recorren, al tratar de ser a través de los demás. Se convierten en seres anhelantes de reconocimiento.

Por otro lado, otros precisan inventarse un ideal de sí mismos y para ello precisan un enemigo, sin el cual, no pueden obtener el contraste de lo que creen ser.

Ambos caminos, se entrelazan, dando consistencia al muro que los contiene.
Ambos afianzan el aislamiento en que caen, al dejarles incomunicados con su esencia.

Seguirán encadenados ahí, mientras teman explorar que existe más allá de su muro de contención. Su drama consiste en que ellos saben que su lucha por ser, no es tal, pues nada auténtico puede salir, por imitación o por idealización.




Caen en la paradoja de que cuanto más logran ser su ideal, más vacíos se encuentran. Empezar a conocerse es ponerse en riesgo.

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