5 de enero de 2012

... la soledad es cuestión de fronteras ...

Es cuestión de fronteras, lo que nos inquieta. La realidad de lo que somos, existe y es más allá de lo que creemos ser capaces de definir. Más allá de lo que pensamos que somos, somos lo que somos. Son estas mismas que nos definen y configuran, las que nos aislan y apartan de la vida misma.





Paradójicamente la soledad, nace de la creación de líneas que demarcan un territorio que definimos como nuestro. De la frontera de lo que digo ser, hacia acá, estoy solo, más allá está lo desconocido. Trazada la frontera, está elevado el muro que me separa del resto.





Al definir lo nuestro, nace el sentimiento de "MI", que se adhiere a la piel de manera tan inconfundible, como irreal. Es entonces, cuando en nuestro camino, arrastramos ya una pesada piedra, que no es real, pero que pesa como si lo fuera. Entonces, sabemos del miedo a perder esa piedra, que hemos llamado "MI", pues sin ella, parece que no tendremos consistencia, ni peso alguno, ni reconocimiento que nos devuelva que somos y existimos ... a pesar de que nunca dejamos de ser.





La verdad es que pocas veces nos paramos a escuchar el significado de este "MI", y cuando lo hacemos, podemos observar que sus fronteras, son escurridizas, temporales, efímeras y poco consistentes, aún así, le damos un crédito absoluto y depositadmos nuestras más profundas esperanzas en tan pequeño espacio.





Nos acostumbramos, a defender el pequeño rincón que hemos amueblado para nosotros y los nuestros, antes que tratar de evaluar la valía del mismo; tememos poner en cuestión nuestra creencia de tales certezas, no sea que no tengamos mañana un lugar donde descansar y refugiarnos.





Sin un "MI", que defender, no habría un "YO" y sin este, LA VIDA seguiría su curso, sin contar si lo anterior es cierto o no, sencillamente discurría sin la interposición de lo pensado en lo que ES.







Valencia, 4 de diciembre de 2.012

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