10 de enero de 2011

¿Qué quedará de mi?

Hay un momento en que uno para poder saber qué le corresponde, no le queda más camino que el silencio. No es tanto la ausencia de ruido, sino más bien, permitir el espacio para que aflore lo que está oculto detrás de las presiones que impuestas o asumidas, tomamos como propias.







Así, que llega un momento en que uno se siente amenazado, porque no sabe, si sabrá contenerse después de bajar las presiones. No sabe si existe vida más allá de este paso de escucharse en silencio, esperando y aceptando lo que surja, para darle forma.







Dejar de contemplar la realidad como algo hacia lo que ir y empezar a dejarla que se despliegue con uno mismo es aterrador. Al fin y al cabo la cuestión de fondo que sobrevuela todo cambio potencial, es ¿qué quedará de mi?.

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