17 de enero de 2011

El silencio necesario



Algunos hombres, llegan a un tramo del camino y se preguntan dónde perdieron el sendero que tan bien iban trazando hasta entonces. Todo se desvanece a su alrededor y lo que en otro tiempo les daba consuelo y apoyo, solo les señala un camino sin retorno. Se sienten obligados a hacer un movimiento, pero no saben cual.






Entonces, algunos chapotean en el mar de las ideas y las razones, rebuscan tratando de encontrar algo válido y fiable, que dé un poco de sentido a la sensación de perdida y destrucción. Sienten que se están perdiendo en su propia vida. Buscan con desesperación, algo que les recuerde el camino de vuelta y que existe alguna conexión entre lo que fué y lo que es. Una idea que afiance sus quebradizos pasos. Cuanto más vulnerables se vuelven, más se agarran a lo conocido y miran hacia atrás, en un círculo sin fin, yendo a las fuentes de las que salieron.




Todo esto, les devuelve la sensación de fracaso profundo, al fin y al cabo, hasta no hacía mucho, eran capaces de salir adelante con buenas razones, explicaciones y determinación. Y ahora todo, parece venirse abajo, como un castillo de naipes frente a una simple corriente. Comparan, miden, evalúan y contrariados se preguntan dónde se extraviaron del camino principal; se cuestionan dónde han llegado y cómo es que allí se encuentran, sin atinar a saber, de dónde vienen. Esta sensación de derrota, se acentúa en la medida que ceden al impulso de llenar el silencio que se va imponiendo, con el ruido mental.




Es entonces cuando de pronto, toman conciencia de que de nada sirve buscar, ni rellenar y por eso de forma intuitiva, pueden empezar a esperar. Se detienen y se asoman al silencio. A veces sin más encuentran calma y se asustan de esta, sin nada que hacer, sin nada que les diga como mantenerla.




Saben que no deben ir detrás del futuro, tampoco del pasado, siendo así que darían vida a todos los fantasmas que dejaron y a los que vendrán. Precisan de una continuidad que arrope la travesía de este silencio que es necesario. Más sin buscar su continuidad, esta ocurre al cesar la búsqueda.




El silencio, entonces es necesario, para poder recuperar la calma y desde ahí, el sentir de lo que late dentro, que al fín y al cabo es lo que pide paso.





Valencia, 12 de enero de 2.011

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal vez esos hombres realmente no estén perdidos en medio del sendero, pues hubo un tiempo en que ese era su sendero y por tanto era válido. Hoy tal vez ese camino ya no les conduzca a donde quisieran llegar ahora o simplemente llegaron hasta el final, donde tenían que llegar. El camino que escojamos hoy tal vez mañana tampoco nos sirva, pues todos vamos avanzando, cambiando a la vez que vamos trazando el camino, nada se para, nada se detiene, todo está en constante movimiento, por tanto... tal vez no haya pérdida de nada, solo transformación. Hoy somos lo que somos y estamos donde estamos gracias a lo que fuimos y de donde vinimos.

Jose dijo...

Me gusta eso de que tal vez no hay pérdida de nada, solo transformación.