28 de febrero de 2011

Dos formas de perderse


En la medida en que pretendo no perderme, acabo echandome a perder.

25 de febrero de 2011

Solo o aislado


No es lo mismo saber estar solo, que vivir aislado.

20 de febrero de 2011

Semillas


No valores la semilla por su fruto, sino por aquello que pusiste dentro.

19 de febrero de 2011

Pequeños detalles, grandes cambios







Cuidar lo pequeño, señala las actitudes con que miramos, con que sentimos, con que queremos estar en el mundo; lo menor es la semilla de nuestro mañana. Supone abandonar el victimismo de ser consecuencia de las circunstancias y sumergirnos en la vida, tomando partido, arriesgando, desde los pequeños detalles alcanzables de cada día.


A menudo, estos pequeños detalles parecen irrelevantes, frente a la magnitud de los cambios que queremos afrontar, se nos muestran tan insignificantes, que los llegamos a despreciar y caen en el olvido.



La gran diferencia, está en quien es capaz de aventurarse a experimentar lo pequeño, sin ánimo de acabar con sus problemas, sin intención de eliminarlos, sino con la idea de participar y observar como se despliega la vida con su aportación.



Desde la convicción de quien está aportando lo mejor de sí mismo en todo momento, uno puede experimentar la sensación impagable de darle sentido a su vida.




Aportar y dar lo mejor, por pequeño que sea, nos allana el camino de poder ganar confianza en nosotros. Nos devuelve la dignidad perdida frente a lo que se nos hace insalvable. Nos aporta el soporte de tener algo cierto sobre lo que edificar. Nos da la confianza de poder contrastar y no suponer que se siente, cuando uno hace lo que cree. Nos facilita los sucesivos pasos, que aunque inciertos, inmensos e inalcanzables, se nos asoman lentamente a cada paso conquistado. Nos aleja del derrotismo. Nos da fortaleza para tener una referencia con que luchar. Nos da experiencia. Nos enriquece al poder confrontar con la vida, como son los demás cuando somos de manera diferente.



Nos da esperanza, pues por pequeño que sea el movimiento, este ya está apuntando a un futuro diferente. Nos aleja del bloqueo, porque en la medida en que apuesto por un movimiento diferente, evito el atasco. Nos da libertad, pues nos deja el sabor, de que siempre y en todo momento podemos movernos con otra melodía. Nos da felicidad, pues nos regala un manto sobre el que nos vamos haciendo grandes. Nos hace crecer, pues del movimiento propio emerge el ajeno y le sucede el nosotros en cambio, que nos transforma. Nos cambia las preguntas porque ya no estamos en el mismo punto y nos señala respuestas alternativas, pues descubrimos nuevos recursos.




Como la famosa gota de agua que colma el vaso, un detalle, tras otro, alcanza un día a desbordar ... eso que parecía insalvable y nos abre a nuevas dimensiones.

14 de febrero de 2011

La gracia de elegir

La gracia de elegir, está en no saber del resultado. Es esta incertidumbre la que le da valor a tener que renunciar a algo sin saber bien a cuanto. Esta semilla que estamos plantando, que alberga esperanzas, ilusiones, sueños, que no sabemos si caerá en tierra fértil o estéril, esta envuelta de temores, incertidumbres, inquietudes, contradicciones.

Es el hecho intransferible del sentido de este paso, lo que lo hace único, decisivo, estimulante. Es sobre esto que rodea la decisión, con lo que uno edifica la historia de su vida y en último término el sentido de esta. No son tanto los resultados, sino las apuestas que hacemos lo que nos da paz.


Siempre uno en lo más profundo de sí, sabe a qué renuncio para jugar a ganar qué.

13 de febrero de 2011

Sin paredes






Algunos hombres no saben elegir, porque no se permiten el tiempo de estar en soledad. Esta que nos permite ensanchar el espacio para ser, esta que no se va detrás de la aprobación de terceros, para darse el permiso de ser. Algunos hombres en este silencio, ausente de paredes que les limite y les contenga, se pierden. Buscan entonces la pared (al otro) para poder sentir que son. Sin paredes, no se sienten vivos.


Es cierto que para ser, uno tiene que encontrar el camino de poder materializar lo que es y para ello es preciso un otro, pero no es lo mismo, buscar un otro para expresarme, que hacerlo para no perderme.


La convivencia con este espacio, ausente de paredes, urge ser llenado, pues es angustiosa la sensación de no tener contención alguna. Esto podría explicar porqué tantos hombres dan por buenas, las pequeñas habitaciones que habitan, aterrados de dejar de poder tocar con los dedos estas y de sentir que sin ellas se pueden extraviar.


Y cierto es que sin estas, uno siente lo primero que está perdiendo el juicio, las referencias, la cordura, el sentido de la realidad ... y sin embargo si uno puede quedarse el tiempo suficiente ahí, para saberse y reconocerse, poco a poco se va alumbrando algo que permanece oculto de otro modo.

10 de febrero de 2011

Contacto y retirada


La experiencia se da en la frontera de contacto, lugar donde organismo y entorno se tocan, y donde el primero va incorporando, asimilando o rechazando lo que precisa del segundo.

Para establecer el contacto es necesario al menos dos (uno y otro; entorno y organismo; etc...), ya que uno solo no hace contacto consigo mismo. Para establecer contacto es preciso algo nuevo, algo diferente, que se haga figura con que nutrirnos o que rechazar.

Cada vez que entro en contacto ME ARRIESGO A DEJAR DE SER, y lo cierto es que si se produce el contacto nunca volveré igual. CONTACTO Y CAMBIO DISCURREN EN PARALELO.

Este temor a disolvernos en el otro, a no reconocernos después, a perdernos en el otro, nos puede hacer perder de vista nuestra necesidad de nutrirnos del entorno. Todo esto da lugar a una tensión constante entre nuestro deseo de UNION y el deseo de SEPARATIVIDAD. De la sana gestión de esta paradoja (ya que precisamos ambas), dependerá nuestra capacidad para crecer y nutrirnos. Reconociéndonos en cada momento como seres en constante cambio que no dejan de crecer, rehacerse y recrearse.

Si no manejamos bien ambas, podemos caer en la soledad, si evitamos el contacto por miedo a la unión. O podemos caer en la fusión con el otro si tenemos miedo a la separatividad. Manejarnos entre ambas es lo sano, en un PROCESO constante de ida y vuelta, de encuentro y retirada.

A menudo confundimos el proceso, y caemos en la tentación de congelarlo para no perder el pie, de esta manera caemos en lo conocido y familiar, y pronto deja de ser un contacto que aporta, para pasar a ser una rutina con unas pautas establecidas y unas reglas claras de cómo funcionar, quitando la vida inherente al contacto que es creativo.

El contacto sano reconoce las identidades diferentes y a la vez el PUNTO DE ENCUENTRO, donde se tocan y enriquecen aquellas. Nos invade la sensación de PERDERNOS CON EL OTRO, Y NO EN EL OTRO.

A través del contacto sano, es decir del que no elude, se va uno forjando su libertad. A veces confundimos la libertad de hacer lo que quiero, con SABER LO QUE QUIERO PORQUE ME NUTRE.

Olvidamos que la libertad es un proceso de aprender lo que quiero y necesito, de saber buscarlo y encontrarlo, de saber reconocerlo, de aprender a ver donde debo decir SI y donde debo decir NO; es aprender a montar defensas si se necesitan y bajar las barreras si nos sobran.

Establecer CONTACTOS SANOS CON EL ENTORNO NOS HACE CRECER Y ESTO NOS HACE MAS LIBRES. Aprendemos de nuestros errores, de nuestros fracasos, de nuestras dudas, de todo lo que hacemos nuestro. A diferencia de quien toma prestado de otros lo que debe hacer y cree hacer lo que quiere, sin saber muy bien si con ello se satisface a sí mismo o a otros.

A través del contacto buscamos liberar alguna necesidad que se hace figura, en un momento dado. Mediante el deseo nos movilizara a acercarnos y con el rechazo a huir.

El problema es que muchas de las figuras que se nos aparecen no las aceptamos y las atribuimos valor, por lo que pensamos si debemos o no vivirlas. Caemos en una suerte de contradicción donde no sabemos distinguir si esta necesidad debe ser satisfecha o no, porque la comparamos con un modelo de lo que debemos o no, sentir y experimentar. Cuando caemos en estas distorsiones eludimos el contacto cayendo en un sufrimiento neurótico. Cuando vamos aprendiendo a vivirlas o rechazarlas desde dentro vamos teniendo sufrimiento existencial, y este ultimo nos ayuda a establecer contactos creativos y sanos, contactos llenos de vida y que nos adentran en el proceso de dejarnos llevar por la vida. Comprender que la vida es un proceso donde nada se estanca, todo cambia y todo está en constante movimiento, nos permite aprender a establecer contactos libres.

Diría que la SABIDURIA va muy unida a la capacidad de la persona para explorar en el medio, para dejarse llevar con su criterio y para aprender a reconocer cual es el suyo y cual el que le viene impuesto de fuera. Aprender esta diferencia nos permite mejor que nunca elegir desde la LIBERTAD de lo que es mío, y no desde la frustración de querer ser lo que no soy.

En cuanto al fracaso en el contacto, genera frustración ya que la necesidad no se cubre. Esta misma frustración puede invitar a ser compulsivos en una búsqueda sin criterio o a buscar sustitutos que nos dejan más vacíos y que no hacen otra cosa que eludir más el contacto. Es fácil comprender que si fracasamos en dónde y cómo hacer el contacto, erraremos también al tratar de paliar el malestar que nos genera su ausencia, viviendo en un circulo sin fin donde la acción indiscriminada alimenta que nos extraviemos. Por eso es importante hacer un contacto sano y auténtico.

El contacto nos ensancha las fronteras de nuestro yo y nos devuelve el sentir la TOTALIDAD como posibilidad, dándonos confianza en nosotros para arriesgar un poco mas allá.

El contacto sano deja la fantasía y nos baja a tierra para materializar lo posible. Enriqueciendo la realidad de una forma más madura y realista.

En resumen creo que cuando uno se va relacionando con el entorno con un contacto sano, potencia su LIBERTAD, su SABIDURIA, su CONFIANZA EN LA VIDA Y EN SUS PROCESOS, y al final vive más plenamente.

Valencia, 19 de marzo de 2.006

7 de febrero de 2011

5 de febrero de 2011

Los silencios también expresan



En la interacción con el otro, no es posible no comunicarse. El silencio habla aunque no diga lo que pienso. Saber que no es posible el aislamiento total en la interacción, nos devuelve la responsabilidad de nuestros silencios. Silencios que en ocasiones creemos nos protegen.

Soy responsable de lo que digo y de lo que callo, y de este modo es como coloco las piezas sobre las que edifico mis relaciones. No puedo delegar en ningún caso y en nadie, cómo construir mis relaciones. Yo soy copartícipe de lo que se gesta en relación, de lo que se permite, de lo que se calla y de lo que se ignora, dando lugar a mi particular modo de relacionarme con el otro.


Valencia, 19 de marzo de 2.006

2 de febrero de 2011

1 de febrero de 2011

Troceando la realidad


“ Cada vez que me etiquetas, me derrotas “

J. P. Sartre.


Cada vez que nos referimos a nosotros mismos como algo estático, que se puede clasificar u ordenar, que excluye la diversidad y la anula, nos estamos negando nuestra propia singularidad. Esta que surge de ser esto y lo contrario, en según que momento. Dejamos de esta manera de ser seres que se eligen, a ser seres que se piensan. Es decir dejamos de considerar que el abanico de posibilidades, es la totalidad de las mismas, para ser lo que quisiéramos ser con relación a alguna referencia de lo bueno o lo malo. Con esto lo único que hacemos es negarnos como seres humanos, y congelarnos a una idea de nosotros mismos tan limitada como empobrecedora.

Solo quien considera que puede ser esto y su contrario y que su libertad la ejerce para elegir que versión saca en cada momento y es capaz de integrar ambas caras de una polaridad, camina hacia su crecimiento personal.

La tensión que se genera con los opuestos nos da la energía para la vida. De cómo manejemos esa energía, integrando o excluyendo ámbitos de nuestra personalidad, alcanzaremos equilibrios mejores o peores.

Cada vez que negamos una polaridad, esta se apodera de nosotros y trabaja en la sombra para boicotear nuestras pretendidas virtudes y excelencias. Estas solo podrían llegar a serlo con el complemento de sus contrarios, con los que adquieren fuerza y consistencia.

Así la bondad sin mas, podría estar más cerca de la ingenuidad, porque la bondad que no combate el mal, es permisiva y de este modo alimenta el mal. Sin embargo si integramos la capacidad de defender el bien con la fuerza del mal, podremos ser justos y contribuir activamente al bien.

Las polaridades son personales ( es decir no son universales), son variables ( no siempre se viven las mismas, algunas se integran y otras no, dejando caminos alternativos despejados a integrar otras nuevas) y pueden ser múltiples ( habiendo varias para una misma cualidad).

La persona sana es la que tiene más polaridades integradas, cuantas más tenga, más completa estará, más libre podrá elegir y más capaz será de canalizar sus necesidades. Siendo importante al menos que las considere en su conciencia, aunque no sea capaz de integrarlas, ya que de este modo al menos no las proyectará fuera.

El mundo se hace polar en la medida en que lo nombramos, mientras no lo hacemos lo sentimos como una totalidad. Nombrar es dividir lo que es, de lo que no es; es trocear; es cortar esto sí, esto no, y por tanto, es perder la unidad que precede al nombrar. Afirmar, supone al mismo tiempo negar lo contrario, sin lo cual lo primero no seria. Al nombrar surgen las polaridades. Como tales no dejan de existir aunque las neguemos, están ahí y se descomponen en dos cuando las fraccionamos o las negamos.

Preferimos muchas veces, eludir nuestras partes oscuras y ponerlas en los demás, antes que pelearnos con nosotros mismos. Es más sencillo pensar que el otro debe cambiar antes que nosotros, ya que esto último genera angustia.

Hay un punto desde el que se pueden contemplar las polaridades que es el cero, o punto de indiferencia de ambas, que es donde todo es potencia y nada es. Desde ahí si admitimos ambas opciones como posibles empezaremos a caminar en la que se corresponda con nosotros. Aquella que se integre mejor con nuestro proyecto vital.

Por último siguiendo a Milton tenemos tres polaridades básicas que son : actividad – pasividad, sujeto – objeto y placer – dolor. Que van a marcar la forma en que un individuo se maneja en el mundo para su satisfacción.

Actividad – Pasividad. Podemos tomar la iniciativa para crear los acontecimientos que nos rodean, o bien podemos reaccionar a los mismos sin más.

La dimensión sujeto – objeto, hace mención a si buscamos la satisfacción en nosotros o en el otro.

La última hace mención a si buscamos el placer o eludimos el dolor.






Valencia, 22 de febrero de 2.006