13 de febrero de 2011

Sin paredes






Algunos hombres no saben elegir, porque no se permiten el tiempo de estar en soledad. Esta que nos permite ensanchar el espacio para ser, esta que no se va detrás de la aprobación de terceros, para darse el permiso de ser. Algunos hombres en este silencio, ausente de paredes que les limite y les contenga, se pierden. Buscan entonces la pared (al otro) para poder sentir que son. Sin paredes, no se sienten vivos.


Es cierto que para ser, uno tiene que encontrar el camino de poder materializar lo que es y para ello es preciso un otro, pero no es lo mismo, buscar un otro para expresarme, que hacerlo para no perderme.


La convivencia con este espacio, ausente de paredes, urge ser llenado, pues es angustiosa la sensación de no tener contención alguna. Esto podría explicar porqué tantos hombres dan por buenas, las pequeñas habitaciones que habitan, aterrados de dejar de poder tocar con los dedos estas y de sentir que sin ellas se pueden extraviar.


Y cierto es que sin estas, uno siente lo primero que está perdiendo el juicio, las referencias, la cordura, el sentido de la realidad ... y sin embargo si uno puede quedarse el tiempo suficiente ahí, para saberse y reconocerse, poco a poco se va alumbrando algo que permanece oculto de otro modo.

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