10 de febrero de 2011

Contacto y retirada


La experiencia se da en la frontera de contacto, lugar donde organismo y entorno se tocan, y donde el primero va incorporando, asimilando o rechazando lo que precisa del segundo.

Para establecer el contacto es necesario al menos dos (uno y otro; entorno y organismo; etc...), ya que uno solo no hace contacto consigo mismo. Para establecer contacto es preciso algo nuevo, algo diferente, que se haga figura con que nutrirnos o que rechazar.

Cada vez que entro en contacto ME ARRIESGO A DEJAR DE SER, y lo cierto es que si se produce el contacto nunca volveré igual. CONTACTO Y CAMBIO DISCURREN EN PARALELO.

Este temor a disolvernos en el otro, a no reconocernos después, a perdernos en el otro, nos puede hacer perder de vista nuestra necesidad de nutrirnos del entorno. Todo esto da lugar a una tensión constante entre nuestro deseo de UNION y el deseo de SEPARATIVIDAD. De la sana gestión de esta paradoja (ya que precisamos ambas), dependerá nuestra capacidad para crecer y nutrirnos. Reconociéndonos en cada momento como seres en constante cambio que no dejan de crecer, rehacerse y recrearse.

Si no manejamos bien ambas, podemos caer en la soledad, si evitamos el contacto por miedo a la unión. O podemos caer en la fusión con el otro si tenemos miedo a la separatividad. Manejarnos entre ambas es lo sano, en un PROCESO constante de ida y vuelta, de encuentro y retirada.

A menudo confundimos el proceso, y caemos en la tentación de congelarlo para no perder el pie, de esta manera caemos en lo conocido y familiar, y pronto deja de ser un contacto que aporta, para pasar a ser una rutina con unas pautas establecidas y unas reglas claras de cómo funcionar, quitando la vida inherente al contacto que es creativo.

El contacto sano reconoce las identidades diferentes y a la vez el PUNTO DE ENCUENTRO, donde se tocan y enriquecen aquellas. Nos invade la sensación de PERDERNOS CON EL OTRO, Y NO EN EL OTRO.

A través del contacto sano, es decir del que no elude, se va uno forjando su libertad. A veces confundimos la libertad de hacer lo que quiero, con SABER LO QUE QUIERO PORQUE ME NUTRE.

Olvidamos que la libertad es un proceso de aprender lo que quiero y necesito, de saber buscarlo y encontrarlo, de saber reconocerlo, de aprender a ver donde debo decir SI y donde debo decir NO; es aprender a montar defensas si se necesitan y bajar las barreras si nos sobran.

Establecer CONTACTOS SANOS CON EL ENTORNO NOS HACE CRECER Y ESTO NOS HACE MAS LIBRES. Aprendemos de nuestros errores, de nuestros fracasos, de nuestras dudas, de todo lo que hacemos nuestro. A diferencia de quien toma prestado de otros lo que debe hacer y cree hacer lo que quiere, sin saber muy bien si con ello se satisface a sí mismo o a otros.

A través del contacto buscamos liberar alguna necesidad que se hace figura, en un momento dado. Mediante el deseo nos movilizara a acercarnos y con el rechazo a huir.

El problema es que muchas de las figuras que se nos aparecen no las aceptamos y las atribuimos valor, por lo que pensamos si debemos o no vivirlas. Caemos en una suerte de contradicción donde no sabemos distinguir si esta necesidad debe ser satisfecha o no, porque la comparamos con un modelo de lo que debemos o no, sentir y experimentar. Cuando caemos en estas distorsiones eludimos el contacto cayendo en un sufrimiento neurótico. Cuando vamos aprendiendo a vivirlas o rechazarlas desde dentro vamos teniendo sufrimiento existencial, y este ultimo nos ayuda a establecer contactos creativos y sanos, contactos llenos de vida y que nos adentran en el proceso de dejarnos llevar por la vida. Comprender que la vida es un proceso donde nada se estanca, todo cambia y todo está en constante movimiento, nos permite aprender a establecer contactos libres.

Diría que la SABIDURIA va muy unida a la capacidad de la persona para explorar en el medio, para dejarse llevar con su criterio y para aprender a reconocer cual es el suyo y cual el que le viene impuesto de fuera. Aprender esta diferencia nos permite mejor que nunca elegir desde la LIBERTAD de lo que es mío, y no desde la frustración de querer ser lo que no soy.

En cuanto al fracaso en el contacto, genera frustración ya que la necesidad no se cubre. Esta misma frustración puede invitar a ser compulsivos en una búsqueda sin criterio o a buscar sustitutos que nos dejan más vacíos y que no hacen otra cosa que eludir más el contacto. Es fácil comprender que si fracasamos en dónde y cómo hacer el contacto, erraremos también al tratar de paliar el malestar que nos genera su ausencia, viviendo en un circulo sin fin donde la acción indiscriminada alimenta que nos extraviemos. Por eso es importante hacer un contacto sano y auténtico.

El contacto nos ensancha las fronteras de nuestro yo y nos devuelve el sentir la TOTALIDAD como posibilidad, dándonos confianza en nosotros para arriesgar un poco mas allá.

El contacto sano deja la fantasía y nos baja a tierra para materializar lo posible. Enriqueciendo la realidad de una forma más madura y realista.

En resumen creo que cuando uno se va relacionando con el entorno con un contacto sano, potencia su LIBERTAD, su SABIDURIA, su CONFIANZA EN LA VIDA Y EN SUS PROCESOS, y al final vive más plenamente.

Valencia, 19 de marzo de 2.006

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