8 de septiembre de 2015

Incoherencias

A menudo tenemos conciencia de un vacío, que se estructura en torno a la falta de sentido de lo que hacemos. Es un vacío que arrecia en las orillas de la incoherencia, que viene disfrazado de cordero. ¿Por qué si me da esto, debo renunciar a todo ? ¿ Porque no adaptárme a lo que hay y no convertir un problema en una oportunidad de crecer en lo que no es perfecto ?

La cuestión una vez más, esta mal formulada. El peso de lo que no existe en esa relación, esa ausencia de lo que sea, es lo que le da dimensión, consistencia, entidad para que pese. Es la ausencia y no lo que hay. Poner el foco solo, en lo que hay es condenarnos a la incoherencia. 

Por ejemplo, nos puede dar compañía, pero no confianza. Entonces no me puedo abandonar en la relación y por tanto no puedo ser yo mismo hasta donde alcancara si hubiera confianza. Al contenerme, me quedo con partes, y esas partes se revelan contra mi en forma de vacío. Si hubiera confianza, nada me asegura que pueda ser perfecta, no lo será, pero no faltara nada, se dará sin mas, hasta donde lleguemos. 

Más en esa falta, no falla del otro, sino falta de la relación, es donde debemos detener nuestro paso. Pues es ahí donde debemos debatir el cómo queremos de la relación, para no incurrir en la incoherencia, que es la que nos arrastra al vacío.

Valencia, 7 de septiembre de 2.015

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