10 de septiembre de 2015

Las almas libres

A menudo identificamos a un alma libre, con la libertad. Yo hoy siento que un alma libre no esta libre de condicionantes, ni es plenamente libre de hacer sin mirar aquello que desea.

Creo que la diferencia entre un alma libre y otra que no lo es, esta en que la primera arriesga permanentemente la frontera del yo, que conserva pero no es su prioridad. Viven permanentemente como nómadas del yo, buscando su esencia y su verdad.

Hacen de su búsqueda, su camino y a pesar de que siempre esta incompleto, pues no son la libertad, siempre van hacia ella. Frente a los que su manera de caminar es el asentamiento emocional y la estabilidad de lo que les rodea. Mientras unos se buscan y se desvelan, otros sienten haberse encontrado y se establecen en una parcela que denominan yo.

Al final se trata más de una inercia, que de un logro, de una manera de mirarse hacia dentro, que de una tierra concreta. Mas una tierra por descubrir, que se va mostrando al andar que de llegar a ningún lado. En ese sentido siempre están de paso, porque ningún lugar es lo suficientemente grande como para abrigar a un alma libre. Podrá estar un tiempo, casi hasta una vida, pero hay un movimiento interno que hará que antes o después parta, como las aves migratorias hacia su destino, siempre un poco mas allá. Y esto que no parece gran cosa, es lo que hace que sintamos que hay personas que no podemos atraparlas, porque en esencia, son buscadores de espacios, de lugares para poderse reconocer. No es que se cansen pronto, es que agotan el espacio y se tropiezan con las fronteras de su identidad y precisan no de novedad, sino de espacio para reconocer su inmensidad, esta que nunca pueden encontrar en los confines de lo conocido.

Podrá ser un hombre rutinario, pero en su mirada, mirara hacia allá y sabremos ver que aquí esta de paso.

Valencia, 10 de septiembre de 2.015

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