6 de noviembre de 2009

Sufrir es imaginar el dolor sin fin



El dolor de hoy, no es el de mañana. Sin embargo tiendo a igualarlo y cuando siento que aquel, continuará sin fín, me urge salir. Este salir con prisa de mi dolor de hoy, por no soportar la idea de tenerlo hasta un incierto mañana, no es el dolor en sí mismo, sino sufrimiento añadido.


Hoy estoy donde estoy y no puedo salir de donde estoy, sino ya lo habría hecho. Al prolongar mi dolor en el tiempo, es cuando se convierte en sufrimiento. Por un lado por no alcanzar a ver su fín y por otro por la impotencia de no poder salir de él. Ambas viven si les hago espacio en mi mente; no existen fuera sin más. Son construídas desde la imaginación.


En cambio cuando comprendo que el dolor de hoy, es el de hoy y que mañana no sé que se moverá o abrirá, comprendo y acepto que donde estoy es donde me toca, evito sufrir y vivo el dolor sin más, confiando en que mañana será otro y que podré dejarlo cuando me toque.


Desde aquí, no sólo dejo de sufrir, sino que puedo estar más presente y valorar mejor lo que me rodea, en lugar de estar todo teñido del color de mi tristeza. Sabiendo que es pasajero, algo me recuerda que lo bueno de cada día también cambiará.


La paradoja es que cuanto más vida le concedo al dolor, más capaz soy de vivirlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por la bocanada de aire que he podido pegar leyendo este post.